El tren partió de la estación y el pequeño Alain marchó hacia otros horizontes.
Llegamos a la estación con algo mas de una hora de margen, había que validar los billetes y queríamos tomar algo juntos antes que partiese.
Una vez validados los billetes fuimos a conseguir para Alain algo de entretenimiento para el viaje, le esperaban muchas horas y con los nervios y la ansiedad mucho no iba a poder dormir, así que al menos que pudiese leer algo.
Dimos un paseo por las estrechas callejuelas del pueblo, tomamos unas napolitanas y croissant rellenos (como en Francia en ningún sitio) y 15 minutos antes de que partiese fuimos a ver las dependencias de Alain.
Ultimo aviso para los pasajeros con destino París. Le dimos un último abrazo y le vimos marchar al tiempo que el cielo no evitaba entristecerse y ponerse a llover.
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