sábado, 29 de marzo de 2008

Accidente Sexual

Hoy voy a hablar sobre un blog que visité el otro día y que me llamó mucho la atención, al ser una historia incluida en él pondré directamente el link al blog, para que figure bien la fuente. Es un blog de sexo, y llegué a el en una mañana aburrida mientras leía noticias en un periódico digital.

La verdad es que viendo lo interesante que ha estado la historia seguiré visitando el blog regularmente. A continuacion la historia.


Accidente.

28 de marzo de 2008.- Un consejo: si salís de casa con unas bolas chinas puestas, cercioraros antes que no os habéis olvidado las llaves dentro… De casa, se entiende. Una amiga mía, despistada y bastante bruta, dicho sea de paso, sufrió en sus propias carnes una sesión maratoniana de estimulación vaginal mientras esperaba la llegada del cerrajero que, por supuesto y como manda el señor Murphy, tardó casi dos horas en aparecer. Y además, y cito palabras textuales de la susodicha, "ni siquiera estaba bueno". En fin… Pobrecita.

El caso es que las bolas chinas están experimentando una gran difusión en los últimos años. El secreto de su éxito radica en su precio de venta al público razonablemente asequible, un funcionamiento sencillo y la garantía de silencio y discreción que comporta su utilización. Pero, por encima de todo, si algo ha puesto en boga las bolas chinas de nuevo, porque la verdad es que son casi más viejas que la agricultura, es la extraordinaria capacidad de estimulación erótica que pueden provocar en su portador.

Las bolas chinas son simplemente dos bolas del tamaño de una pelota de ping pong unidas por un cordel fino, al extremo del cual encontramos una anilla que facilita su extracción. Generalmente son metálicas o de plástico duro, aunque suelen estar recubiertas de látex o silicona. La gracia del asunto es que en su interior encontramos unas bolas más pequeñas y de mayor peso que, con el movimiento, golpean las paredes y producen un efecto vibratorio muy placentero, similar a una masturbación larga y estimulante.

A pesar de su nombre no está muy claro si su origen es chino o japonés. Quizás se llamen "chinas" a causa de la clásica simplificación de todo lo asiático en "chino", al estilo Torrente o Enrique y Ana ("Disco chino filipino", cantaban, años ha). Sea como sea, sus dos denominaciones técnicamente orientales, Ben Wa o Mieng Ling, parece ser que las primeras usuarias de las bolas chinas fueron las geishas japonesas. Se las introducían en la vagina y se mecían durante un par de horas hasta llegar al orgasmo. Las geishas tienen pinta de tener muchas horas muertas, por lo que muchas mujeres en la actualidad sustituyen el éxtasis contemplativo por la realización de cualquier tipo de actividad diaria con las bolas puestas, ya sea dirigir un consejo de administración, pasear al perro o bajarse al súper.

lgunas amigas mías, además de la cafre de las llaves, reconocen haber pasado grandes momentos de excitación morbosa en público y sin que nadie se entere. Bueno, la verdad es que por lo visto sonríes más de la cuenta… Además de esta finalidad lúdica y eróticamente privada, las bolas chinas tienen una función dilatadora y preparatoria antes de las relaciones sexuales. O sea, que no sólo pueden emplearse con fines masturbatorios, sino que su uso favorece y mejora el coito ya que las vibraciones internas que se producen al llevarlas estimulan la vagina aumentando la lubricación natural de sus paredes.

También es interesante remarcar el uso médico que tienen las bolas chinas, especialmente a la hora de realizar ejercicios que refuerzan y fortalecen el suelo pélvico y los músculos internos de la vagina en todas aquellas pacientes que sufren de incontinencia urinaria o que han sido madres recientemente.

En definitiva, las bolas chinas, 20 € de felicidad muy bien gastados.

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/blogs/camaredonda/index.html

Leer cosas como esta me hace plantearme mi proximo regalo de cumpleaños...


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